contraseña/password: "tahivilla"

2 dic 2010

Génesis

La idea para El Vagón Errante se me ocurrió, sin yo saberlo, a finales de diciembre de 2008. Digo sin yo saberlo porque, en aquél entonces, ni se me pasó por la cabeza hacer un corto; fue un año después cuando retomé la idea y decidí convertirla en una película.
El 28 de diciembre de 2008 yo iba montado en un tren. En una estación en mitad del camino, me bajé al andén y, de casualidad, presencié como los ferroviarios, con una precisión casi quirúrgica, cambiaban a nuestro tren de locomotora. Se llevaron una y trajeron otra. Más tarde, amodorrado con el vaivén, me pregunté qué pasaría si, en una de éstas, un vagón se quedara suelto, sin locomotora. Qué pasaría si el empleado encargado de contar los vagones fuese a su jefe y le dijera, avergonzado: Señor director, se nos ha perdido un vagón. Así nació, sin yo saberlo, El Vagón Errante.
Pasó un año, durante el cual hice El Sueño del Relojero. Después de tanto criticar a la gente que hace cortos de maltratos, psicopatías, crueldades y demás pesimismos, voy yo y hago precisamente eso. Como si en el mundo no hubiera cosas buenas. Cuando lo terminé, sentí que tenía que redimirme, que tenía que hacer, para compensar, un corto más alegre.
Un día, en septiembre de 2009, iba en el autobús hacia el centro cuando se me vino una idea a la cabeza: que el conductor nos llevara al mismo destino pero por un camino distinto. No sólo por otras calles, sino también por otras ciudades, por otros países; un camino fabuloso explorando el mundo. Y me propuse hacer un corto. Por supuesto, tan sólo me propuse empezarlo; en ningún momento se me pasó por la cabeza que lo llegaría a terminar.
Llegué a hacer algunos bocetos de autobuses, pero en algún momento de esos primeros días recordé la idea del vagón perdido; y las dos historias se convirtieron en una sola: no sería un autobús sino un vagón; y no estaría perdido, sino explorando el mundo y sus maravillas.
Ahora, tocaba empezar a trabajar.

3 oct 2010

Imagina un vagón errante

Imagina un vagón errante y sus pasajeros, sin locomotora ni maquinista, explorando el mundo y sus maravillas... y, aún más, escapandose de la atmósfera hacia el espacio; hacia las galaxias y las estrellas.